"El Amor y las Leyes de Newton", de Irela Perea
Estás lejos. Pero no me preocupa.
Recuerdo tu imagen y me repito que no importan las ciudades, que yo estoy en tu
camino y tú estás en el mío. Y por fuerza nos reencontraremos. No es magia, es
pura ciencia.
-No creo en los amores a distancia –afirmé yo (que soy de letras
pero tenía aprendida la lección)- porque va en contra de la Segunda Ley de
Newton. Ya sabes, esa que explica que “la atracción entre dos cuerpos es
inversamente proporcional a la distancia entre ellos al cuadrado”.
-De donde se infiere –seguiste tú (que
eres guapo y de ciencias hasta números no contables)- que, entre dos cuerpos
que ya se atraen en la distancia, cuando se unan, su atracción tenderá a
infinito.
Y entonces renuncié a meter
mi vida en una fórmula, y me dejé arrastrar al terreno del caos. Y desde allí
sigo orbitando, absorbiendo la luz que intuyo de ti, esquivando agujeros
negros, esperando tenerte cerca para pegarme por fin, del todo y para siempre a
ti.
"El Amor y las Leyes
de Newton", de Irela Perea
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